miércoles, 10 de diciembre de 2008

El extranjero

Navidad. Un frío seco, sin nieve, con un cielo azul, sin una sola nube en el horizonte. Lejos de casa, de Buenos Aires. Allá la navidad es calurosa, húmeda, bochornosa, distinta. Allá la navidad todavía es navidad. Se reune la familia, los amigos, los vecinos. Todo muy casero. Todo sin lujos, auténtico. Quizás debido a la eterna crisis económica en la que Argentina se sumergió hace ya...No me acuerdo cuanto hace. Acá es distinto. Este es un país rico. O por lo menos así lo parece. Argentina también era una país rico muchos años atrás. O por lo menos así lo parecía. Todo era especulación. Todo era vivir por encima de nuestras posibilidades. Todo era fachada. Los pobres eran pobres de solemnidad. Los ricos, eran absolutamente ricos. Y los que no eran ni pobres de solemnidad, ni asquerosamente ricos, trabajaban, producían, procreaban, creaban prosperidad a su alrededor. Pero cambió el ciclo y Dios se olvidó de Argentina. Los ricos siguieron siendo asquerosamente ricos. Los demás, todos, empezamos a ser pobres de solemnidad. Nos bajaron de la nube en la que andábamos subidos. Empezamos a ver al dueño de la panadería del barrio, al de la farmacia, al del quiosco de prensa, al de la tienda de ultramarinos; pasar auténtica necesidad. Se terminó el sueño. Ni Boca, ni River funcionaban como antídoto. Tubimos que emigrar.
Ahora estoy acá, en España. Y veo que hay ricos asquerosamente ricos. Veo que hay pobres de solemnidad. Y veo que la gente que crea prosperidad a su alrededor, cada vez es menos. Y encima la navidad es en invierno.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

País rico, país pobre.

Hasta no hace muchos años, España era considerado un pais de los denominados pobres, ó de segunda fila. Nuesra presencia en el mundo se limitaba a ser una joven e incipiente democracia mediterranea, que intentaba abrirse camino en la Europa vip. Aquí se producía de todo y barato. Se fabricaban coches (Se siguen fabricando), se extraía carbón, había altos hornos, astilleros, se exportaban frutas, hortalizas, lacteos, había una considerable industria agroalimentaria, en fin, se producía. Hoy, muchos años después, estamos en la Europa Vip. Pero ya no producimos. No fabricamos. Solo construimos casas, damos de comer y beber a los guiris en la época estival, vendemos y compramos artículos que producen otros a miles de kilómetros de distancia de nuestro país, especulamos, y nos endeudamos, sobre todo nos endeudamos. Somos un país rico. La octava potencia económica del mundo, nos dicen los entendidos. La historia nos enseña que los grandes imperios que en el pasado murieron, lo hicieron de éxito. Roma, cayo por querer mantener a toda costa una economía insostenible. La economía del mínimo esfuerzo y la especulación acabaron con ella. Y después de Roma vino la oscuridad. El Medievo.
Hoy no le digas a quien tiene capitales, que invierta en economía productiva. Te llamará loco. Los gobiernos ccidentales tampoco lo ponen nada facil. El enriquecimieto rápido y fácil es lo que está de moda. Aunque sea a costa de un futuro negro. No podemos seguir muchos más años, gastando lo que no tenemos, sin producir. Solo especulando. Esa práctica solo beneficia a unos pocos, creando la distancia entre ricos y pobres que al día de hoy, podemos ver en España.
¿Nadie os contó de niños la fábula de la cigarra y la hormiga? Pues eso.

lunes, 17 de noviembre de 2008

La Navidad

17 de noviembre. Navidad. Si, navidad. En la tele. En la radio. En los periódicos. En las calles. Ya es Navidad. La gran fiesta pagana. La gran orgía de consumo. El gran dspilfarro. Navidad. "Paz en el mundo a los hombres de buena voluntad, el redentor ha nacido" reza el cartel. "Venid pastores, venid con la visa preparada" se le podría añadir.
Alguíen dirá: "Nada nuevo, lo de todos los años". Si. Lo de todos los años. El triunfo del poderoso, del pudiente; al que le entregamos nuestro dinero en pos de una gran cena, de una gran comida. En pos del despilfarro. Es curioso, y a la vez insultante, que para nosotros crisis signifique disminuir un poco nuestro presupuesto para el despilfarro de navidad. Crisis, crisis la del Congo.
Y los pastorcillos cantando, y los políticos mintiendo, y los banqueros ganando. Lo de siempre, oiga. Navidad, navidad, triste navidad.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

La merienda

Tarde de otoño. El suelo de Madrid estrena manto parduzco y seco. Hace frío. Mucho frío. Demasiado para mi cuerpo sureño. La nariz me moquéa y tirita todo mi ser. El viento trae un olor de antaño. Olor a lumbre. Olor a castañas asadas. Ese olor que flotaba también en el pueblo cuando era niño. El olor que llega con el otoño y que se perpetúa con el invierno. Decido que le vendría bien a mi aterido ser un cafetito caliente. Entro en la primera cafetería que veo. Está abarrotada. Ni una mesa libre. En la barra queda un hueco, así que decido pedirme un café bien caliente. Los camareros no dan abasto y me atienden cuando pueden. No tengo prisa, así que me armo de paciencia, espero y observo lo que acontece a mi alrededor.
Las distintas mesas del local están ocupadas en su mayoría por gente de la tercera edad, que a su vez son mayoritariamente mujeres. Casi todas visten enormes abrigos de pieles, de los que no se han despojado, no porque en el local haga frio, sino por la imposibilidad de dejar tan voluminosa prenda que ocupa el cuerpo de las señoras en cuestión y dos más, en parte alguna. Siempre me ha parecido curioso a la par que redículo la demostración de superioridad que hace el personal femenino de cierta edad al vestir una prenda tan incómoda y absurda como es una abrigo de bisón. Tanta apariencia puede deberse a que me encuentro en el barrio de la opulencia por excelencia, el barrio de Salamanca. A los españoles se nos conoce a la legua por una cosa: por lo alto que hablamos, y a fe mía que es verdad viendo lo chillos que emiten las emperifolladas señoras. Se interrumpen unas a otras constantemente y compiten por ver quien le quita la razón a la otro, con la única fuerza de su voz, no de sus argumentos. Allí se habla de todo. De "Ese Zapatero que nos va a llevar a la ruina" ó "de Letizia lo guapa que iba el otro día en la recepción de..." ó "mi marido dice que esto tiene la misma pinta que en el 36" ó "y luego dice que no hay crisis, ya, ya me diréis más adelante, como está todo". Y todo regado con chocolate y churros y tostadas y sandwiches de jamon y queso...Y los sufridos camareros corre que te corre. Callados, sudorosos, raudos, veloces. El oficio de camarero en Madrid es de alto riesgo. Trabajo estresante donde los haya. Tener que servir a todo este circo de focas, vociferantes y comilonas, que los llaman con un ¡chssss, oiga me quiere atender! ó un !oye, tu me traes un...! A lo que ellos contestan con un ¡enseguida! seguido de una forzada sonrisa. Decididamente pienso que este oficio no hay dinero en el mundo para pagarlo. Decido pagar el brebaje que me han vendido por café, caro; por cierto, y me marcho por donde he venido. A partir de ahora, el café, en casita.